El Gobierno pisa el acelerador del peso y busca oxígeno económico sin desatar una nueva corrida.
Tras la victoria en las legislativas, el equipo económico decidió dejar atrás el “apretón monetario” y empezar a liberar pesos para que la economía vuelva a respirar. La apuesta es clara: que bajen las tasas, que repunte la actividad y que el dólar no se dispare. Pero debajo de ese movimiento late una pregunta clave: ¿hasta dónde se puede liberar sin encender otra ola de dolarización?
En la última licitación, la Secretaría de Finanzas logró un roll-over del 57,8% y liberó casi $5 billones. Fue un gesto fuerte: menos tasas, más liquidez, y una señal al mercado de que comienza una nueva etapa. Los analistas celebraron la jugada: “era el momento justo para soltar”, repitieron en la City.
Ahora llega el segundo test. Este miércoles, con vencimientos por $10,2 billones, el Tesoro deberá demostrar que la estrategia tiene espalda. En sus arcas del Banco Central quedan poco más de $5 billones, un margen justo para evitar tensiones.
Los primeros resultados entusiasman. Según el trader Nicolás Capella, del Grupo IEB, la liberación de pesos “no encendió el dólar, porque hoy los pesos se necesitan para producir, no para fugar”. De hecho, tras la licitación, el dólar mayorista bajó levemente a $1.449, un guiño de confianza al nuevo rumbo.
Pero el equilibrio sigue siendo frágil. “El Gobierno ya casi no tiene depósitos en pesos en el BCRA, por lo que no puede permitirse un roll-over menor al 100%”, advirtió el economista Lucio Garay Méndez, de Eco Go. Su receta: seguir bajando la tasa y estirar los plazos, aprovechando que —por primera vez en meses— la demanda de pesos parece revivir.
En paralelo, el presidente del BCRA, Santiago Bausili, insinúa otra vía: bajar los encajes para liberar liquidez al sistema. La expectativa gira en torno al 28 de noviembre, cuando vence la “Comunicación A8302”, que impuso un piso del 50%. Si Bausili decide no renovarla, la economía podría recibir una nueva inyección de oxígeno.
En el frente social, los últimos meses del año traen sus propios desafíos: fiestas, vacaciones, consumo. Capella sostiene que los pesos serán más demandados que los dólares, aunque el turismo exterior sigue marcando récords. En septiembre, más de 706.000 argentinos viajaron al exterior, un 21,8% más que el año pasado, mientras los ingresos de turistas cayeron casi un 19%.
Del lado de la oferta, el campo no promete alivio. La medida de retenciones cero, que duró apenas tres días, dejó más dudas que certezas. “El 16% de caída en la recaudación por derechos de exportación muestra que el complejo soja levantó el pie del acelerador”, explicó Javier Preciado Patiño, de RIA Consultores.
La liquidación de noviembre dependerá más del maíz (9,5%) y del trigo, pero sin saltos significativos.
Aun así, podría aparecer otra fuente de dólares: emisiones de obligaciones negociables, capitales financieros del exterior o, en menor medida, inversión extranjera directa si el clima político se estabiliza.
El tablero está abierto.
El Gobierno apuesta a soltar para crecer, confiando en que el mercado no corra al dólar. Si el equilibrio se mantiene, podría nacer una nueva fase: una economía más liviana, con tasas más bajas y un peso que vuelva a moverse sin miedo.
Pero si algo falla, la presión volverá con más fuerza.
Y esta vez, no habrá margen para errores.